Muchos vocablos que se usan hoy en la literatura eclesiástica y también en la filosófica e incluso en el habla común se han registrado por primera vez en los textos de Filón. Por ejemplo la noción filosófica expresada con el término arquetipo (ἀρχέτυπος) aparece por primera vez en su obra y construye una tradición neoplatónica. El término, que no está documentado antes del siglo I a.C., se le adjudica anacrónicamente a Platón, quien en realidad acuñó παράδειγμα –paradigma–, de significado similar pero no idéntico.
Un procedimiento original de creación de neologismos es invertir la composición de un término conocido para significar su opuesto. Λογο-φιλής –aficionado a los discursos– invierte los lexemas del término φιλό-λογος –aficionado al saber– para expresar un sentido peyorativo del concepto. Otras veces Filón compone unidades léxicas novedosas a partir de una lexema con tradición filosófica. Así a partir de φιλο (componente de “filosofía” y otros) crea φιλο-παθής “amante de la pasión” y φιλ-άρετος, “amante de la virtud”. Los neologismos filonianos generalmente son palabras largas, de cuatro o más sílabas, formadas por composición o por derivación. Hay compuestos ingeniosos como καλαμοσφάκτης (asesino del cálamo) o ταραξίπολις (perturbador del orden público). El principal objetivo es presentar una idea compleja con una sola palabra. Se trata de nuevas unidades léxicas que se han formado mediante la aplicación de procedimientos internos de la lengua, es decir, mediante recursos tales como la afijación (prefijación, sufijación), la composición y la parasíntesis.